Desgaste por fatiga: Control de los materiales, acabados superficiales
Las principales causas del desgaste por fatiga tienen que ver con un fallo de las superficies en contacto. Después de un cierto período de operación, la microestructura superficial sufre microgrietas que debilitan su comportamiento.
Para minimizar este tipo de desgaste es importante optimizar el estado de estas superficies. El acabado metalúrgico y superficial debe ser excelente, por lo que las superficies en los momentos de parada deben ser minuciosamente examinadas, y en caso requerido, debe realizarse una operación de restablecimiento al estado adecuado. La aplicación de tratamientos superficiales de alta dureza, como carburación o nitruración, pueden mejorar el comportamiento de estos elementos frente al desgaste.
Desgaste corrosivo: Estado del fluido lubricante
En el caso del desgaste corrosivo, el estado del fluido lubricante es uno de los elementos críticos que pueden promover este tipo de desgaste. La vigilancia de la acidez del propio fluido y la contaminación con otros que puedan variar bruscamente la acidez del lubricante son objetivos para evitar la corrosión de las superficies. La oxidación acelerada del lubricante genera acidez, así como la presencia de agua y óxidos, que actúan como catalizadores.
El desgaste corrosivo también se puede producir por un ataque localizado debido a ciertos aditivos del lubricante, en el caso de que la aplicación para la cual se está usando no sea adecuado. Por tanto, es importante adecuar el uso del lubricante y el control de la adición de aditivos para evitar corrosión asociada a estos elementos.
Desgaste adhesivo: Asegurar buenas condiciones tribológicas (viscosidad, Tª, velocidad)
El desgaste adhesivo viene propiciado fundamentalmente por el contacto puntual entre las superficies a alta temperatura, provocando microsoldaduras y su posterior rasgado, por lo que el aseguramiento de las condiciones de lubricación correctas en todo momento es el objetivo principal para disminuir este tipo de desgaste.
Tal y como señala la curva de Stribeck, la importancia radica en el control de las tres variables influyentes: viscosidad, velocidad y carga. La viscosidad del fluido está influida en gran medida por la temperatura, por lo que la minimización de la temperatura de funcionamiento puede ayudar a minimizar este desgaste.
Una variación de la temperatura de funcionamiento después de una parada de mantenimiento puede estar asociada a un error, como una desalineación, por lo que hay que presentar extremo cuidado en estas operaciones.
El empleo de altas velocidades puede ayudar a mejorar la lubricación, así como la disminución de la carga.
Desgaste abrasivo: Controlar la contaminación
Además de las deficientes condiciones de lubricación, la contaminación de partículas en el fluido es la principal causa del desgaste abrasivo, ya que las partículas generadas actúan como focos nuevos de desgaste abrasivo.
Por tanto, asegurar la limpieza del fluido durante su uso es de vital importancia. La utilización de sistemas de filtrado en sistemas de recirculación es recomendable, así como una vigilancia de la entrada de agentes externos que puedan arrastrar contaminación, como el polvo en el aire del ambiente. Durante las operaciones de mantenimiento, es importante vigilar el ingreso de contaminación externa.